It Is Finished

Spanish 10-pack

By Dane Ortlund

... Show All

Crossway+ members receive 30% off tracts. Learn more.

Availability: Forthcoming

Expected: Oct 21, 2025

Retail Price: $4.25

It Is Finished

Spanish 10-pack

By Dane Ortlund

... Show All

In this booklet, Dane Ortlund offers a clear, accessible explanation of the wonder of the gospel, prompting readers to acknowledge their sins, believe that Jesus’s death paid the price “once and for all,” and joyfully receive salvation.

Full Text

«Consumado es»

Las últimas palabras de Jesucristo, colgado en esa cruz, fueron: «Consumado es» (Jn 19:30). ¿Qué significa eso?

Significa que, cuando Jesucristo apareció hace veinte siglos, no vino a fundar una nueva religión. Vino a poner fin a toda religión.

La religión se basa en lo que hacemos por Dios. El mensaje de Jesús (lo que él llamó «el evangelio» o «el feliz anuncio») se trata de lo que Dios ha hecho por nosotros.

La religión nos deja un montón de facturas pendientes. El evangelio nos entrega un cheque en blanco.

El mensaje central del cristianismo

El mensaje central del cristianismo no es lo que muchos piensan, incluso quienes han asistido a la iglesia toda su vida. Como un huérfano adoptado que tiene dificultades para aceptar que sus nuevos padres realmente lo aman, todos nosotros, en lo más profundo, creemos que Dios nos trata en términos de religión, no del evangelio.

Entonces, ¿cuál es el mensaje central del cristianismo?

El mensaje central del cristianismo no es que Dios condena, juzga o castiga. Tampoco es que Dios enseña, ordena o instruye. Ni siquiera es que Dios ayuda, fortalece o empodera. El mensaje central del cristianismo es que Dios sustituye.

Esto lo entendemos en la vida cotidiana. Un maestro sustituto toma el lugar del titular que está enfermo. Un jugador de baloncesto sale del banquillo para reemplazar a otro que está cansado o lesionado.

Entonces, ¿qué estaba ocurriendo cuando Jesús estaba en la cruz pronunciando sus últimas palabras: «Consumado es»?

Estaba completando su obra como nuestro sustituto. Se estaba colocando en nuestro lugar, si estamos dispuestos a aceptarlo. Pero esto no era como el cambio de un jugador por otro. Era más bien como un rey que toma el lugar de un prisionero condenado.

En la cruz, Jesús sufrió la muerte y la sentencia de condenación que todos merecemos. Cumplió por completo el castigo que nuestro pecado exigía, para todo aquel que lo desee. Y por eso dijo: «Consumado es».

El problema devastador

¿Cómo te suena esto? Tal vez te parezca interesante, pero no del todo convincente.

Quizá pienses que hay personas que realmente necesitan el perdón de Dios (las cárceles están
llenas de ellas), pero tú estás bien. Tal vez la idea de un rey que sustituye a un prisionero condenado te haga levantar una ceja. «Yo no soy un prisionero culpable», podrías pensar.

Eres amable con tus vecinos y respetas los límites de velocidad. La policía no te ha arrestado nunca y jamás abandonaste la escuela. Votas como lo haría cualquier ciudadano responsable y tratas de preocuparte por los demás. Quizás incluso hayas donado dinero a causas benéficas de vez en cuando.

¿Puedo ser tan atrevido como para compartir algo sobre mí?

Todo lo anterior también es cierto en mi caso.
Y, aun así, a cada instante, estoy violando los
mandamientos del Dios que me creó.

Tomemos los Diez Mandamientos como ejem-
plo. El primer mandamiento dice: «No tendrás dioses ajenos delante de mí» (Ex 20:3). En otras palabras, Dios debe ser la persona número uno en mi vida, en quien deposito mi confianza. Pero constantemente confío en mí mismo: dependo de mis propias habilidades, confío en mi reputación, disfruto de la aprobación de los demás, obtengo seguridad psicológica de mis ahorros. No pasa un solo día sin que rompa este mandamiento.

El sexto mandamiento dice: «No matarás». Nunca le he quitado la vida a nadie, pero Jesús dijo que rompemos este mandamiento si nos enojamos con otra persona (Mt 5:21-26). Me enojo todo el tiempo, aunque por lo general logro mantenerlo bajo control.

El séptimo mandamiento dice: «No cometerás adulterio». Una vez más, Jesús fue al corazón del asunto y dijo que rompemos este mandamiento si miramos a otra persona con lujuria en el corazón (Mt 5:27-30). Lo he roto incontables veces.

He quebrantado el noveno mandamiento, el de no mentir, muchas veces: una pequeña distorsión de la verdad, una explicación matizada que me hace quedar un poco mejor. He quebrantado el décimo mandamiento, el de no codiciar, cada vez que he mirado a otra persona y he deseado tener alguna habilidad o posesión suya.

Si soy honesto, he roto todos los mandamientos.

Estoy violando los mandamientos de Dios a cada paso. Y tú también.

El problema aún más profundo

Pero nuestro problema es más profundo que simplemente quebrantar los mandamientos de Dios.

Romper sus reglas es solo el síntoma, no la enfermedad. La enfermedad es lo que la Biblia llama «pecado». El pecado es esa oscura distorsión interna que nos lleva a vivir para nosotros mismos. A medida que avanzamos por la vida, todo lo que sabemos hacer es vivir para el Yo. Incluso los actos de amor o amabilidad hacia los demás, si los examinamos con sinceridad, muchas veces los hacemos solo para sentirnos mejor con nosotros mismos o para que los demás piensen bien de nosotros.

Puede que no sintamos que somos tan pecadores, del mismo modo que un pez no siente que está mojado. Pero el motivo porque no lo sentimos es porque estamos inmersos en ello todo el tiempo.

Imagina que el pecado fuera de color azul. Pues no se trata de que los criminales convictos tengan mucho azul y el resto de nosotros estemos prácticamente limpios y blancos. Más bien, todo lo que cada uno de nosotros dice, hace o incluso piensa tiene alguna mancha de azul. No podemos apagar nuestra pecaminosidad como tampoco podemos cambiar el color de nuestros ojos.

Pero cuando Jesús apareció, él era diferente. Nunca quebrantó ninguno de los mandamientos de Dios. Fue la única persona que no vivió para sí misma, sino para los demás. Entregó su vida por los demás. Nosotros, en cambio, vemos a las personas en función de cómo pueden servir a nuestro propósito de tener una vida mejor. Vivimos una existencia de «tu vida por la mía». Pero Jesús resplandece a lo largo de los milenios de la historia humana como la única persona que realmente vivió una existencia de «mi vida por la tuya».

Él no tenía nada de azul.

«Quiero cambiar de lugar contigo»

Tú y yo quebrantamos los mandamientos de Dios todo el tiempo. Y más allá de eso, tenemos el pecado dentro —mucho azul. Y esto es lo que Jesús te dice ahora mismo:

«Quiero cambiar de lugar contigo».

Jesús cumplió todos los mandamientos de Dios y era completamente blanco, sin nada de azul. Fue la única persona que jamás ha vivido que no merecía morir.

Pero fue a la cruz, fue condenado injustamente y murió. Por lo tanto, está en condiciones de
ofrecerse como sustituto de cualquiera que tenga la honestidad de admitir su profunda necesidad y acepte su oferta.

Déjame ser claro:

No te está ofreciendo cambiar de lugar contigo con la condición de que a partir de ahora te esfuerces por hacerlo mejor.

No te está ofreciendo cambiar de lugar contigo con una cláusula en el contrato que le permita retractarse del trato si no cumples tu parte.

Él te ofrece cambiar de lugar contigo sin condiciones. De una vez y para siempre. Sin importar cómo sea el resto de tu vida. En este intercambio, llegas a ser tan permanentemente intocable por el castigo como lo es Jesucristo ahora en el cielo. El cristiano moralmente consistente y el cristiano moralmente inconsistente son igual de permanentemente inocentes que Cristo mismo.

Ese sorprendente intercambio es de lo que Jesús hablaba cuando declaró: «Consumado es».

Con esas palabras, estaba diciendo que el precio completo del pecado había sido pagado para cualquiera que esté dispuesto a recibirlo. Su muerte en la cruz no fue una muerte cualquiera, sino aquella que absorbió la condena merecida de todos los que, a lo largo de los siglos, desean aceptar el intercambio que Jesús ofrece.

Si Jesús quisiera que completaras tu parte del trato, habría dicho: «Esto ha comenzado». Pero dijo: «Consumado es».

Lo único que queda es que lo recibas. Reconoce tu desesperada condición pecaminosa y dile a Jesús que quieres aceptar su oferta de intercambio.

Tu maldad no te descalifica para este intercambio. Tu bondad no te califica para este intercambio. Lo que te califica es saber que no puedes calificarte.

Ríndete en los brazos abiertos de Jesucristo. Cuando le digas, respecto a tus esfuerzos: «No hay esperanza», él te responderá respecto a los suyos: «Consumado es».

El camino a seguir

Si aceptas el intercambio que Jesús te ofrece, todo cambiará en tu vida.

No quiero decir que, de repente, ganarás más dinero o tendrás más salud. De hecho, en algunos aspectos, la vida se volverá más difícil si aceptas su oferta. Un prisionero de guerra que escapa de un campo de concentración enfrenta ataques más intensos del enemigo que los que sufría dentro del campo.

Pero cuando dices sí a la oferta de Cristo, todo cambia. Estás vivo.

Es como un bebé que sale del vientre al mundo exterior, o una estatua que cobra vida, o un hechizo que se rompe. No solo son perdonados todos tus pecados; recuperas tu humanidad. Recuperas tu dignidad. Tu vida adquiere un nuevo significado y dirección. Descubres una sorprendente ligereza y alegría desde dentro, un brillo y una paz que no puedes explicar. La muerte ya no te aterra. Tus deseos empiezan a cambiar, desde lo más profundo de tu ser. Todas estas son señales de que el Espíritu Santo ha establecido en ti su morada. Dios el Hijo cambia de lugar contigo para que Dios el Espíritu pueda habitar en ti.

Recuperas el tú que fuiste creado para ser.

Todo gratuitamente. Todo por gracia. Solo por humillarte lo suficiente como para admitir que merecías la cruz de condenación a la que Jesús fue en tu lugar.

De hecho, serás más consciente de tu pecado de lo que nunca lo has sido. A veces sentirás que estás empeorando en lugar de mejorar. Y por eso, las palabras de Jesucristo «Consumado es», serán un tesoro para ti el resto de tu vida.

Él nunca pide nada a cambio. Una vez que su obra completa cuenta como tuya, siempre lo hará. Ese es el punto. Está hecho. No hay nada bueno que puedas hacer para completar su obra en la cruz, ni nada malo que puedas hacer para restarle valor a lo que él ya ha consumado.

Tu vida real

Eso es todo. Bastante simple.

Dejas a un lado tanto tu maldad como tu bondad, tu irreligión y tu religión, y crees en el evangelio.

Le entregas a Jesús tu pecado y tu vergüenza, y él te entrega su obra consumada y su historial perfecto. Es lo que más le gusta hacer.

Tal vez en este punto deseas que todo esto sea verdad, pero empiezan a surgir nuevas preguntas o dudas.

Quizá pienses: «No tengo lo necesario para ser un buen cristiano».

Y Jesucristo te responderá: «Voy a caminar contigo a cada paso del camino. Seré tu amigo y tu guía».

Tal vez digas: «Mis padres pensarán que me he vuelto loco y me convertiré en un extraño en mi propia familia».

Jesús te dice: «Te daré una nueva familia. Un lugar de verdadera aceptación y pertenencia, entre mi pueblo. Ellos serán tus verdaderos hermanos y hermanas, padres y madres».

Quizá respondas: «Tengo un pasado con el que cargo, cosas que nadie más sabe».

Él dice: «Yo sí. Te conozco mejor que tú a ti mismo. Y aun así te quiero».

«¿Me quieres a pesar de mi pasado?».

«No, te quiero precisamente por tu pasado».

«Pero, ¿no debería dejar mi pecado y mi culpa atrás antes de venir a ti?».

«No puedo cambiar de lugar contigo si haces eso».

«El problema es que no solo hay desorden, fracaso y pecado en mi pasado, sino también en mi presente».

«Cuanto más grande sea el desorden en tu vida, más razón tienes para aceptar mi oferta y dejarme cambiar de lugar contigo, de una vez y para siempre».

Y quizá, en un último susurro de desesperanza y anhelo, digas:

«Es inútil».

Entonces, el Señor Jesucristo levanta tu rostro con ternura, te mira a los ojos y te dice:

«Consumado es».

Product Details

Bible Version: RVR60
Page Count: 20
Size: 3.5 in x 5.375 in
Weight: 5.57 ounces
ISBN-13: 978-1-68216-458-7
ISBN-UPC: 1682164586
Case Quantity: 120
Published: October 21, 2025